sábado, 4 de diciembre de 2010

Vos sos la que me movés el piso, me dijo”

Dorita (34) estuvo ausente 17 años de Paraguay, trabajaba y ganaba bien en Argentina como peluquera profesional, pero extrañaba a su mamá y a su hermana Yola (ella tuvo una hija a la que Dori casi no conocía), así que volvió y enseguida consiguió trabajo en un spa re conocido en la capital. Acá la pusieron a cargo del servicio de depilación masculina y femenina, y una tarde ella recibió como cliente a un joven de 23 años apodado Chechi. El pidió “depilado completo”, incluyendo entrepierna, porque era fisiculturista y tenía una competencia internacional. Dos días después Dorita volvió a ver a este chico esta vez en la sala de su casa, como “visita” de su sobrina Yolita…
Aunque Dorita trabaja desde sus 23 años haciendo todo lo que se puede hacer en un salón de belleza, incluyendo depilación y hasta masajes, le impactó particularmente conocer a Chechi no solo porque es un bello muchacho, sino porque él no demostró la menor vergüenza al desvestirse frente a ella, lo que suele ser difícil para la mayoría de los hombres que concurren a sesiones de depilación.
Además, él hasta le pidió disculpas porque durante la sesión, su cuerpo de hombre “reaccionó”, pero Dorita le tranquilizó diciéndole que eso era “normal”, aunque ella misma se quedó muy alterada. Y más se alteró cuando ese fin de semana, después de que su sobrina Yolita (17) pidió permiso para invitar a la casa a un “amigo especial”, la depiladora se encontró cara a cara con Chechi.
¿QUE QUERIA?
El muchacho, con toda naturalidad, explicó que conocía a Dorita del spa adonde fue a “hacerse tratamientos”, pero jamás dijo que ella fue quien lo depiló y por supuesto, Dori tampoco aclaró nada.
Ella explica que tenía la sensación de que Chechi no le convenía a su sobrina, pero tampoco era su mamá como para meterse en eso, y de todas maneras, no podía explicar por qué no le gustaba la idea de que los jóvenes se pongan de novios.
Dorita decidió olvidarse de todo eso y pasó bien el domingo pero el lunes, apenas llegó al spa, le dijeron que un cliente suyo tuvo una “reacción alérgica” y que lo estaba esperando en la salita de depilación. Era Chechi, claro, así que lo que ella hizo fue darle una pomadita que le aliviaría la comenzón pero le pidió que vaya urgente a un dermatólogo.
El muchacho le dijo que iría, pero le pidió que le ponga la “pomada” y en segundos más, ella lo tuvo de nuevo desnudo en su camilla: “le coloqué la pomada con mucha paciencia, masajeando un poco, y él me pide que le ponga también por el sexo porque aunque no le depilé ahí, sentía picazón. Ahí de nuevo me di cuenta que yo estaba pisando un terreno peligroso, y que tenía que reaccionar correctamente, como una mujer decente”, dice Dorita.
Entonces, lo puso en su lugar: “le pedí que por favor él se coloque en ese lugar, que por ética yo no puedo tocar el sexo de los clientes porque eso me compromete demasiado y que sepa comprenderme. Me preguntó si hay cámaras de seguridad en ese saloncito y le dije que no, y fue una trampa porque él en ese momento me dice que si no hay, cómo van a saber lo que pasa o no pasa ahí dentro. Le dije que a mí la cámara no me importa, que hay cosas que no me gusta hacer y que yo me manejo con mi moral y mis buenas costumbres”.
El muchacho no insistió: “me pidió que le ataje el frasco de la pomada y él comenzó a colocarse frente a mí, y yo tampoco podía mirar en otro lado porque iba a ser ridículo. Yo pensé que él hacía todo eso a propósito, pero no sabía por qué, ya que si le interesaba mi sobrina que es una chiquilina divina, por qué me hacía pasar por una situación eso. Cuando terminó le ayudé a vestirse y me preguntó si no podía acompañarle al sanatorio. Le dije que no, porque estoy en horas de trabajo”.
¿Y LA SOBRI?
Dorita se cuidó de no comentar con nadie lo que pasó con Chechi, ni en su trabajo y menos todavía en su casa: “por una cuestión de que era mi responsabilidad, esa noche, desde casa, le llamé a él y le pregunté cómo se sentía. Me dijo que así como yo le dije, fue una reacción alérgica pero muy leve, que le dieron de tomar antialérgicos y le dijeron que la pomada que le di era la mejor que había para esas cosas”.
Chechi le agradeció que se preocupe: “me dijo que viajaba temprano a Brasil, para la competencia, y que le gustaría llevarme con él. Me descolocó su propuesta. Le pregunté si era una broma y me dijo que claro que no, ¿y mi sobrina?, le dije, y él me dijo que yo no he de pensar que él quiere tener algo con Yolita, ya que era es una pendejita. Creí que viniste a mi casa porque querés ser su novio, le dije, y él me dijo que nada que ver, que ella estaba tomando clases en su gimnasio porque quiere ser modelo, y que le invitó para que conozca a su familia y nada más. ¿No te diste cuenta que vos sos la que me movés el piso?, me dijo”.
Dorita tragó saliva. A sus 34 años, estaba más asustada que nunca en su vida.
“Sé que me desea”
Dorita cuenta que se quedó sin palabras cuando Chechi le dijo que le “movía el piso”: “me quedé como una boba con el celular en la oreja, sin hablar, y él se dio cuenta de mi reacción y me dijo Dori, ¿vos te mirarte al espejo? ¿Te diste cuenta que sos una mujer sexy, linda, encantadora? Le dije que no me diga esas cosas porque no es así, yo no estoy para que nadie me mire, solo para trabajar, y además de un cliente del spa él tenía 23 años y yo 34, y no tenía sentido lo que me decía”.
El muchacho no reculó: “me dijo que no tiene que importarme la edad porque seguro yo conozco hombres de mi edad pero no por eso me gustan, además no tengo novio y él sabe porque le preguntó a mi sobrina. Le dije entonces, ya que le nombró a ella, que a lo mejor a él no le importaba Yolita, pero yo le veía ilusionada a ella con él. Entonces él me dijo que piense bien las cosas, porque él se dio cuenta que yo también me sentí atraída por él, ¿o creíste que me acaricié frente a vos por casualidad?, me dijo y se mató de risa”.
DOS SEMANAS
Ese fue el tiempo que duró la ausencia de Chechi. En esos días Dorita se sintió aliviada pero pronto tuvo ganas de verlo de nuevo: “mi mente me repetía sus palabras y yo cerraba los ojos y le veía desnudo frente a mí. Es que una mujer nunca se va a olvidar de un hombre al que le vio desnudo, y eso me pasaba a mí. Cuando él volvió no me llamó y eso me desesperó más, hasta que un viernes apareció por el spa y pagó una sesión de depilación conmigo”.
Llamaron a Dorita y ella entró a su saloncito y se encontró con el muchacho: “yo siempre llaveo la puerta, así que entré y él estaba detrás del biombo, llaveé y ahí él sale y directo viene junto a mí y me besa. Fue algo que no me esperaba, me asustó, pero no niego que me gustó también. Le pedí que salga y me dijo que pagó una sesión de depilación completa y que no se va a ir. Tuvimos sexo y se fue, y desde hace como ocho meses estamos así. El no me habla de noviazgo, no me dice que me ama, pero sí me desea y me busca para tener sexo conmigo. Yo estoy enamorada y tengo miedo de que él no me tome en serio y que me haga sufrir”, dice la mujer. FIN DE LA HISTORIA.

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